Era jueves a la mañana, mi peor día, el que más trabajo y más cansada estoy, al que peor llego. Este jueves pensé que iba a estar mejor porque el miércoles era feriado y no trabajé, pero Amelia tuvo un día difícil y en consecuencia, nosotros también. Había pensado en unas cuantas cosas que quería preparar para mi clase de la mañana… pero no pude hacerlo. La clase no salió tan mal, fuimos leyendo algunas partes del texto y yo iba explicando algunas cuestiones. Las alumnas estaban atentas dentro de todo, o al menos parecían. Fue una clase más. Aunque el arranque si fue un poco distinto porque les devolví los parciales recuperatorios y había muchos desaprobados, lo cual dije que era para mi preocupante y además había dos que estaban iguales, copiados, lo cual era aún más preocupante. Respecto de lo primero les dije que se tomaran las vacaciones para pensar si realmente van a poder con todas las materias, que a veces no se puede, que yo les iba a dar oportunidad de un nuevo recuperatorio pero que si no identifican cuales son las dificultades es seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez, que cuenten conmigo, que me consulten, que me pregunten. Respecto de lo segundo hice todo un discurso de lo inadmisible de la cuestión, de la falta de respeto hacia mi, que no me gusta tener que estar vigilando que no se copien en este nivel, y sobre todas las cosas, que el perfil de alumnas que tienen hoy tendrá que ver con el tipo de docente que van a ser, y entonces, qué esperar? En fin, que se yo, no sé si esas dos que hicieron el parcial se hicieron cargo de algo o no. A veces siento que estamos en planos separados, en dimensiones paralelas y que cuesta cada vez más encontrar puntos de encuentro. Así salí de la clase, con varias preocupaciones en la cabeza, lo vi a Francisco en la biblioteca, era ya la hora de entrar en mi otra clase, a seguir tomando recuperatorios, pero no pude dejar de entrar a saludarlo. Se hacía necesaria la catarsis del día. Catarsis docente y de paternidad, compartimos ambas. Una vez más, como muchas veces, charlamos un poco de nuestras niñas y de cómo nos complican la vida en más de una ocasión, y también de nuestras alumnas, asunto de preocupación constante en nuestra vida profesional. Compartimos experiencias y cada uno para su aula.
En mi siguiente clase, mientras tomaba recuperatorio y a riesgo una vez más, que alguna de estas alumnas se copie, me puse a leer un libro, sin dejar de mirarlas cada tanto. El libro era sobre enseñanza de la escritura, lo compré en realidad por error, pensé que se trataba de otra cosa, la enseñanza de la escritura no es mi área, pero creo que puede ser interesante igual. El libro planteaba que los docentes, para enseñar escritura, también tienen que escribir ellos, la importancia de esto. La lectura se cortó allí porque empecé a intercambiar mensajes con Eva. El tema de la escritura, sin embargo seguía en mi cabeza, rondando. Más de una vez Francisco me había dicho, porqué no escribimos algo? Tendríamos que escribir algo… Hace rato que venimos pensando en trascender esa situación de queja, de catarsis, de reflexión apurada en el recreo antes de entrar (tarde) en la siguiente clase. El año pasado hablamos de estudiar juntos, algo, no importaba mucho qué, importaba que se iba a motorizar a partir de allí. Por supuesto que tenía que ser algo de interés de los tres. Esa idea no volvimos a retomarla, no la charlamos pero la realidad es que el tiempo no alcanza, que uno a duras penas llega a poder cumplir (y a veces mal) con lo que tiene que hacer. Es muy difícil contar con un plus de tiempo para otra cosa. Así que empecé a pensar, ¿y si todo esto que charlamos en forma rápida y apurada en el recreo empezamos a escribirlo y a hacerlo circular entre nosotros? Eso es algo que cualquiera de nosotros puede hacer en cualquiera de esos huecos que logramos encontrar o generar en el caos de nuestras vidas. Además la escritura le da otra impronta a nuestras reflexiones, implica otros tiempos. Se me ocurre que podemos empezar por aquí, recuperando e intercambiando sobre nuestra cotidianeidad, pero con un poco más de tiempo para cada uno pensar mejor lo que tiene para decir y para analizar con más detenimiento lo que dicen los otros. Hoy me parece que este es el punto de partida, me parece que la cuestión es arrancar y ver que pasa, imagino en un proceso de pensamiento conjunto que luego vaya tomando mayor sistematicidad y…. no sé, ustedes dirán que más, o el tiempo dirá que más…. Hasta aquí el día de hoy… tengo que ponerme a trabajar en otras cosas, espero con ganas y entusiasmo, lo que tengan para decir.
Silvina
08/07/2011
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