la mirada

la mirada
Educamos porque ofrecemos una mirada, y hacemos espacio a la mirada de los demás.

Sentate que cebo unos mates.

Hola a ambos, queridos amigos
el jueves estuve hablando un poco con Eva sobre la posibilidad de empezar a trascender este espacio en el que compartimos muy rápidos y de forma muy apurada alguna de nuestras preocupaciones cotidianas. Lo que habíamos hablado el año pasado de estudiar, está claro que es muy complicado porque no contamos con el tiempo para llevarlo a cabo, pero se me ocurrió que podíamos empezar a escribir algo, como muchas veces sugirió Francisco, no?
Bueno, para arrancar, escribí algo, muy en tono diario íntimo, que se yo, es lo que salió, simplemente para empezar, no quise plantear algo muy en concreto porque quiero ver que tienen ustedes para decir, la idea es trabajar en conjunto
Yo les mando el documento con lo que escribí. La idea es que ustedes escriban también, si les interesa la propuesta. Se me ocurre que vayamos todos escribiendo en el mismo documento y que lo vayamos haciendo circular y a ver adonde nos lleva
Les mando un beso grande
Silvina

viernes, 2 de septiembre de 2011

El silencio y las palabras

Cumpas
Revisando algunos archivos en mi computadora, encontré uno que me gustaria compartir con ustedes.
Hace un tiempo asistí (de colada) a un taller sobre "alfabetización académica en nivel superior" que se dictó en un instituto de Moreno.
En el marco de ese taller tuvimos que hacer algunas actividades, una de ellas era describir una experiencia de docencia propia donde se incluyan procesos de escritura.
Ahora releyéndola me dejó pensando en muchos otros sentidos.

Aqui va...

El silencio y las palabras: un relato sobre una práctica educativa

Campana, Buenos Aires, ciudad y pueblo, pueblo y ciudad, en una de las esquina de la plaza: el Instituto Superior de Formación Docente y Técnica nº 15. Con paredes demasiado roídas hace gala del cartel que lo proclama Monumento Histórico de la ciudad.

El 15, cuando entré por primera vez me llamó la atención la escalera de mármol que algunos llaman “la esquina de la esquina”.

Profesorado de Educación Inicial, una carrera que eligen año a año unas 60 estudiantes. La mayoría tiene entre 17 y 23, suelen ser mujeres. Vienen de cerca, otras de más lejos; todas con un cuaderno en blanco y en silencio.

Ya en segundo año las aulas empiezan a vaciarse estrepitosamente, algo pasa en ese tránsito por el primer año.

Ahora bien, la historia comienza justamente allí, en un aula de segundo año, un aula demasiado grande que delata la deserción.

14 y 30 hs comienza la hora de Teorías Sociopolíticas y Educación, una materia del Campo de la Fundamentación que pretende discutir sobre diversas miradas de la sociedad y la problemática de los saberes en el marco de ese orden social. Es la hora de la siesta en Campana, afuera no se oye casi nada. Adentro las estudiantes charlan entre ellas en grupos de 2 o 3. Están sentadas siempre en el mismo lugar, incluso respetan los lugares respecto del año pasado.

14 y 30 hs y entro al aula. Saludo. Me miran, asienten con la cabeza pero no oigo ninguna voz. Intento pasar el momento haciendo un chiste sobre las ganas de sumarnos a la siesta de tantos. Un chiste desafortunado ya que no extrae de mis interlocutoras siquiera una sonrisa.

Hace varias clases siento una gran incomodidad, el silencio es la estrella en este aula. Un silencio que desde la pedagogía tradicional podría ser considerado como respetuoso pero aquí, en mis oídos, hace demasiado ruido.

A mi mente vienen varias charlas con colegas y compañeros algún sábado a la mañana en alguna reunión de TAIN: “ese segundo es de terror”; “No les interesa nada”; “no hablan, no participan, no les importa que uno se esfuerce”; “ni siquiera saludan”.

Es verdad, no saludan. Sin embargo no quiero encontrar todas las explicaciones en las características de las estudiantes, quiero poder entender que es lo que pasa en el fondo, quiero poder hacer “algo” con ello.

Venimos de días de clases “forzadas”, las propuestas de actividades no parecen interesarles, sin embargo cumplen para casi todas las clases con las lecturas y las consignas. Les propongo algún debate y siento que voy en una canoa en un rio con rápidos y contra la corriente.

Ese día el del saludo, el del chiste, de la tarde sin sonrisas me di cuenta que no era la técnica la que me sacaría de ese rio correntoso. “Por más que me esfuerce” decía un colega y en el fondo yo también sentía eso.

A partir de allí planteé mi sensación al grupo, que era lo que me pasaba cuando llegaba al aula, mi preocupación por intentar generar un espacio dónde tanto ellas como yo podamos sentirnos parte. Mi sinceridad, creo, les permitió ser sinceras a ellas: llevaban desde primero un estigma que decidieron se corresponda con la realidad. El del grupo “complicado”, el del grupo “apático”, todos los docentes se los decíamos en forma de reclamos por la falta de participación. Y en el fondo “nadie nos escucha lo que si tenemos para decir”; había algo, “un sentido” que se nos estaba escapando como docentes.

En el trascurso del año fuimos fortaleciendo ese vínculo de sinceridad que permitió buscar estrategias conjuntas para el abordaje de las temáticas.

Una de ellas, que nos tomó casi la mitad del segundo cuatrimestre, fue la preparación de una jornada de cine sobre temáticas sociales para el primer año de la misma carrera.

Partiendo del análisis de las teorías sociológicas del orden y del conflicto se buscaron diversas problemáticas sociales (ellas tenían que buscarlas desde diversas fuentes), esto implicó un proceso de escritura que integraba la fuente (en algunos casos entrevistas, en otros revisión de información de internet) con el análisis de la bibliografía. Primer sorpresa, no solo contaban entusiasmadas sus producciones sino que habían sido muy creativas.

Luego debían seleccionar una película que aborde alguna problemática social que les interese, así por grupo fueron redactando las líneas argumentales de la película que habían elegido. Estas líneas argumentales fueron objeto de cuidadosa revisión, sobre ellas luego íbamos a trabajar para armar la jornada.

En el resto de las clases se fue organizando la jornada y aquí por el doble propósito de la organización y el análisis del contenido hubo que poner en marcha una multiplicidad de procesos de escritura diferenciados (elaboración de síntesis, redacción de un proyecto formal para ser presentado en la institución, etc.).

La elaboración del proyecto formal fue en forma colectiva en el transcurso de las clases, al ser un grupo poco numeroso pudimos trabajar sobre la escritura en instancias que combinaran la producción individual con la producción colectiva.

Las dificultades no se habían eliminado, el silencio volvía de vez en cuando, sin embargo pudimos encontrar el espacio donde la formación tenga un sentido que incluya tanto lo individual como lo colectivo. La escritura ya no era un proceso de acreditación sino un proceso de construcción de “algo”, que además sacaba al grupo de ese lugar en el que estaba dentro de la institución.

Todos los lunes cuando volvía a esa aula me preguntaba sobre el silencio y las palabras. ¿Decimos para qué?, ¿escribimos para quién?, ¿callamos por qué? Tal vez “decir” sobre el silencio, escribir sobre él nos ayude a pensar una historia sobre nuestras propias prácticas escolares y sociales.

Tal vez haga falta “darnos ese tiempo”.

domingo, 17 de julio de 2011

Mediocridad

Hace tiempo vengo pensando en algo, un temor, un riesgo, el de la mediocridad. Temor a conformarse, a que se te vaya la vida y te conformes con lo que hay, con lo que se pueda, con lo que uno va cerrando dentro del ámbito de lo posible. Es un temor que corre para mi vida en general pero también para lo profesional. En realidad no puedo separar ambas cosas, soy ambas cosas.

Según el diccionario, mediocridad refiere a “Calidad baja o mala”, “Falta de valor o interés”, “Falta de inteligencia o de capacidad para realizar algo” y por último, “Persona de poca importancia, talento, eficacia, etc.”. A todo esto le temo, a ser mediocre.

Cuando yo estaba en el secundario, una compañera me regaló un poema de Mario Benedetti, No te salves, no sé por qué me lo regaló, estaba escrito en una cartulina, en grande, lo pegué detrás de la puerta de mi cuarto y me acompañó unos cuantos años, hasta que me mudé, aunque en muchos sentidos todavía me acompaña. Le tenía mucha estima a esta persona, era muy especial, muy sensible, no era una gran amiga, similar a las amistades que uno tiene a esa edad. Era amiga de todos pero no era una gran amiga de nadie. Y me regaló este poema, no se por qué la verdad. Pero me marcó mucho, un poco en ese momento, pero también con el tiempo.

No te quedes inmóvil

al borde del camino

no congeles el júbilo

no quieras con desgana

no te salves ahora

ni nunca

no te salves

Yo no entiendo mucho de literatura en general y menos aún de poesía, me cuesta leerla y disfrutarla, pero con Benedetti me pasa algo distinto, me llega de otra forma.

no te llenes de calma

no reserves del mundo

sólo un rincón tranquilo

no dejes caer los párpados

pesados como juicios

no te quedes sin labios

no te duermas sin sueño

no te pienses sin sangre

no te juzgues sin tiempo

No sé si es lo que él quiso decir con esto, no sé si esto es lo que estaba en su cabeza y en su sentir, pero, para mi, esto, sintetiza la mediocridad. Lo que les contaba antes. Y entonces, cómo hacer para no salvarse, para no quedarse en ese rincón tranquilo. Me parece que salvarse es convertirse en un mediocre y yo tengo miedo de salvarme.

pero si

pese a todo

no puedes evitarlo

y congelas el júbilo

y quieres con desgana

y te salvas ahora

y te llenas de calma

y reservas del mundo

sólo un rincón tranquilo

y dejas caer los párpados

pesados como juicios

y te secas sin labios

y te duermes sin sueño

y te piensas sin sangre

y te juzgas sin tiempo

y te quedas inmóvil

al borde del camino

y te salvas

entonces

no te quedes conmigo.

Ese final es despiadado. Aún me genera muchas cosas, muchas sensaciones. Porque por momentos, cuando la cotidianeidad de las clases, hace que las cosas no salgan como queremos, pero pensamos que bueno, es lo que podemos hacer, es lo que hay, es lo posible, nos conformamos, y nos terminamos salvando.

17/07/2011

martes, 12 de julio de 2011

Planos separados. Lineas paralelas.

Respecto de lo primero les dije que se tomaran las vacaciones para pensar si realmente van a poder con todas las materias, que a veces no se puede, que yo les iba a dar oportunidad de un nuevo recuperatorio pero que si no identifican cuales son las dificultades es seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez, que cuenten conmigo, que me consulten, que me pregunten. Respecto de lo segundo hice todo un discurso de lo inadmisible de la cuestión, de la falta de respeto hacia mi, que no me gusta tener que estar vigilando que no se copien en este nivel, y sobre todas las cosas, que el perfil de alumnas que tienen hoy tendrá que ver con el tipo de docente que van a ser, y entonces, qué esperar? En fin, que se yo, no sé si esas dos que hicieron el parcial se hicieron cargo de algo o no. A veces siento que estamos en planos separados, en dimensiones paralelas y que cuesta cada vez más encontrar puntos de encuentro. (Silvina)


Me quede pensando en esto. Siento también las mismas distancias. Decía Eva que nadar de noche también era placentero. Coincido, y en ese sentido cada vez reconozco con mas claridad el atractivo de trabajar en educación. Me voy a clase, a nadar, y sigo pensando, y en cuanto puedo (esos huecos que decís) sigo.

lunes, 11 de julio de 2011

Espero con ganas y entusiasmo, lo que tengan para decir.

Era jueves a la mañana, mi peor día, el que más trabajo y más cansada estoy, al que peor llego. Este jueves pensé que iba a estar mejor porque el miércoles era feriado y no trabajé, pero Amelia tuvo un día difícil y en consecuencia, nosotros también. Había pensado en unas cuantas cosas que quería preparar para mi clase de la mañana… pero no pude hacerlo. La clase no salió tan mal, fuimos leyendo algunas partes del texto y yo iba explicando algunas cuestiones. Las alumnas estaban atentas dentro de todo, o al menos parecían. Fue una clase más. Aunque el arranque si fue un poco distinto porque les devolví los parciales recuperatorios y había muchos desaprobados, lo cual dije que era para mi preocupante y además había dos que estaban iguales, copiados, lo cual era aún más preocupante. Respecto de lo primero les dije que se tomaran las vacaciones para pensar si realmente van a poder con todas las materias, que a veces no se puede, que yo les iba a dar oportunidad de un nuevo recuperatorio pero que si no identifican cuales son las dificultades es seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez, que cuenten conmigo, que me consulten, que me pregunten. Respecto de lo segundo hice todo un discurso de lo inadmisible de la cuestión, de la falta de respeto hacia mi, que no me gusta tener que estar vigilando que no se copien en este nivel, y sobre todas las cosas, que el perfil de alumnas que tienen hoy tendrá que ver con el tipo de docente que van a ser, y entonces, qué esperar? En fin, que se yo, no sé si esas dos que hicieron el parcial se hicieron cargo de algo o no. A veces siento que estamos en planos separados, en dimensiones paralelas y que cuesta cada vez más encontrar puntos de encuentro. Así salí de la clase, con varias preocupaciones en la cabeza, lo vi a Francisco en la biblioteca, era ya la hora de entrar en mi otra clase, a seguir tomando recuperatorios, pero no pude dejar de entrar a saludarlo. Se hacía necesaria la catarsis del día. Catarsis docente y de paternidad, compartimos ambas. Una vez más, como muchas veces, charlamos un poco de nuestras niñas y de cómo nos complican la vida en más de una ocasión, y también de nuestras alumnas, asunto de preocupación constante en nuestra vida profesional. Compartimos experiencias y cada uno para su aula.
En mi siguiente clase, mientras tomaba recuperatorio y a riesgo una vez más, que alguna de estas alumnas se copie, me puse a leer un libro, sin dejar de mirarlas cada tanto. El libro era sobre enseñanza de la escritura, lo compré en realidad por error, pensé que se trataba de otra cosa, la enseñanza de la escritura no es mi área, pero creo que puede ser interesante igual. El libro planteaba que los docentes, para enseñar escritura, también tienen que escribir ellos, la importancia de esto. La lectura se cortó allí porque empecé a intercambiar mensajes con Eva. El tema de la escritura, sin embargo seguía en mi cabeza, rondando. Más de una vez Francisco me había dicho, porqué no escribimos algo? Tendríamos que escribir algo… Hace rato que venimos pensando en trascender esa situación de queja, de catarsis, de reflexión apurada en el recreo antes de entrar (tarde) en la siguiente clase. El año pasado hablamos de estudiar juntos, algo, no importaba mucho qué, importaba que se iba a motorizar a partir de allí. Por supuesto que tenía que ser algo de interés de los tres. Esa idea no volvimos a retomarla, no la charlamos pero la realidad es que el tiempo no alcanza, que uno a duras penas llega a poder cumplir (y a veces mal) con lo que tiene que hacer. Es muy difícil contar con un plus de tiempo para otra cosa. Así que empecé a pensar, ¿y si todo esto que charlamos en forma rápida y apurada en el recreo empezamos a escribirlo y a hacerlo circular entre nosotros? Eso es algo que cualquiera de nosotros puede hacer en cualquiera de esos huecos que logramos encontrar o generar en el caos de nuestras vidas. Además la escritura le da otra impronta a nuestras reflexiones, implica otros tiempos. Se me ocurre que podemos empezar por aquí, recuperando e intercambiando sobre nuestra cotidianeidad, pero con un poco más de tiempo para cada uno pensar mejor lo que tiene para decir y para analizar con más detenimiento lo que dicen los otros.  Hoy me parece que este es el punto de partida, me parece que la cuestión es arrancar y ver que pasa, imagino en un proceso de pensamiento conjunto que luego vaya tomando mayor sistematicidad y…. no sé, ustedes dirán que más, o el tiempo dirá que más…. Hasta aquí el día de hoy… tengo que ponerme a trabajar en otras cosas, espero con ganas y entusiasmo, lo que tengan para decir.

Silvina
08/07/2011